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Mensaje de Fin de Año del presidente del Principado, Adrián Barbón

Sociedad
Mensaje de Fin de Año del presidente del Principado, Adrián Barbón

Cada diciembre tengo el honor de dirigirme a los asturianos y asturianas ante la llegada del nuevo año con un mensaje que suele estar cargado de buenos deseos y esperanzas. En esta ocasión, estoy convencido de que todos coincidimos en el mismo anhelo: en 2021 tenemos que superar la pandemia. Superarla, además, en todos sus frentes: en el sanitario, en el social y en el económico. Esos son los grandes objetivos que os invito a compartir.

Dejamos atrás el año más aciago del que tenemos memoria muchas generaciones, hasta tal punto que bastarían las referencias al coronavirus para completar esta intervención. El primer recuerdo, obligado y de corazón, ha de ser para las más de 1.500 personas fallecidas, para las hospitalizadas, para las enfermas, para todas las familias que estos días sienten la punzada de la ausencia de seres queridos. 2020 ha sido tan desolador que estas palabras podrían reducirse con justicia a un elocuente minuto de silencio.

Pero les debemos mucho más. Mucho más que hacer repaso del sufrimiento de estos meses infinitos, más también que elogiar la entrega admirable del personal de la sanidad, de las residencias y de otras profesiones que han convertido su trabajo, y a veces su vida, en una lucha constante contra la enfermedad. A todos ellos, mi reconocimiento, el agradecimiento del Gobierno de Asturias.

Les debemos, y nos debemos, la obligación de saber honrar su memoria y responder a su ejemplo para seguir adelante, de unirnos para hacer de 2021 el año de la recuperación y la transformación de Asturias. Este tiempo difícil y cruel, enlutado por la enfermedad, no sólo ha puesto a prueba nuestra sanidad, los servicios sociales o el sistema educativo, también está poniendo a prueba nuestra propia fortaleza como sociedad. Nadie puede sentirse ajeno porque una de las grandes enseñanzas de esta crisis es, precisamente, que todas las personas dependemos de todas. No nos olvidemos: todas cuidamos de todas.

Sé que la exigencia es mucha, que el cansancio pesa, pero no podemos consentirnos desfallecer. Os prometo que mi gobierno no bajará los brazos y continuará empeñado en salvar el mayor número de vidas.  La dureza de la segunda ola, más dañina en Asturias que la primera, nos ha obligado a aplicar medidas que nadie quiere tomar: disminuir la actividad, imponer el cierre de bares y tiendas, restringir la práctica deportiva o los actos culturales son decisiones drásticas y excepcionales. Admitir que son impopulares es quedarse muy corto, porque perjudican a miles de personas y dañan la economía. Entiendo y asumo el malestar, hasta la indignación que causan, pero tened la certeza de que cuando el Principado decide esas limitaciones lo hace con el convencimiento y la recomendación experta de que no hay otra opción.  Hoy podemos afirmar que esas restricciones, muy duras, han logrado doblegar una vez más la curva de la pandemia en nuestra comunidad y evitar centenares de muertes en noviembre y diciembre.

Quiero dirigirme también a una parte importante de nuestra sociedad que, seguro, no me estará escuchando. Por ello, os pido que les trasladéis el mensaje como consideréis conveniente. Me refiero a los niños y niñas, a los adolescentes. Soy consciente del enorme esfuerzo que estáis haciendo. Consciente de que en marzo, de un día para otro, dejasteis de ir al colegio y, tras meses de confinamiento, llegó un verano extraño y, después, una segunda ola que os impide muchas cosas: estar con los amigos tanto como os gustaría, jugar en el parque o hacer deporte con normalidad. Y, sin embargo, vuestro comportamiento ha sido ejemplar en la inmensa mayoría de los casos: en los colegios, en los institutos, en los polideportivos, en las calles y en los parques. Todos, desde vuestros padres y madres al Gobierno de Asturias, pasando por profesores y educadores, estamos muy orgullosos de vosotros y vosotras.

Estos días también han alumbrado esperanzas. Desde el domingo se están aplicando las primeras vacunas. Me emocionó ver y escuchar a Pepita Paleo, quien a sus 80 años nos alentaba, lúcida y resuelta desde la Residencia Mixta de Gijón, a inmunizarnos por el bien de todos. Quiero que estas palabras sirvan para responderle: no te podemos fallar, no debemos fallaros.  Es un deber colectivo: a las personas mayores que empiezan a vacunarse, a las que trabajan en las residencias y en la sanidad, no les fallemos. No nos relajemos ahora, cuando encaramos meses decisivos para vencer la enfermedad.

Por eso tenemos que continuar viviendo estas fiestas con cautela y medidas de seguridad hasta en la mesa, hasta con nuestros familiares. Reunirnos menos, ventilar los lugares cerrados, utilizar la mascarilla, evitar aglomeraciones… Todas estas recomendaciones, insólitas en las celebraciones navideñas, tienen que servirnos para retrasar lo más posible la tercera ola que ya está afectando a otras comunidades. Por favor, mantengamos las precauciones para ganar tiempo, con la seguridad de que ganar tiempo equivale a salvar vidas.

La aprobación del presupuesto para 2021 es otra noticia esperanzadora. Con 5.237 millones, será el mayor de nuestra historia y nos permitirá disponer desde el 1 de enero de un fondo extraordinario de cien millones para ayudar a los sectores más castigados. Sumado a la inversión estatal, supondrá un importante y necesario respaldo a la actividad económica.

Ese presupuesto es además el resultado de un amplio consenso al que se han sumado fuerzas con distintas y legítimas orientaciones. Sobre los vetos cruzados, sobre la radicalidad frentista que sólo distingue entre amigos o enemigos, en Asturias se ha impuesto la política útil, la del acuerdo y el entendimiento, a la altura que requieren las circunstancias históricas que vivimos. Gracias a la Federación Socialista, Izquierda Unida, Foro Asturias, Ciudadanos y Podemos por votar a favor del presupuesto.

Ese es el camino que hemos de continuar recorriendo el próximo año. Como hicimos con la financiación autonómica o con la concertación, que ha vuelto a acreditar la responsabilidad del empresariado y de los sindicatos, tenemos que afianzar la unidad política y social en torno a dos grandes desafíos: asegurar la competitividad de nuestra industria en condiciones homologables a las de otros países de la Unión y aprovechar al máximo los fondos europeos. Para otras comunidades españolas y otros Estados de Europa, la reducción de emisiones y el cambio del paradigma industrial apenas tendrán coste. En Asturias, lo subrayaré las veces que haga falta, conllevarán esfuerzos y dificultades que debe verse justamente reflejadas en los fondos comunitarios.

Dambes xeres van riquir lo meyor de nós: firmeza, tesón, intelixencia ya iniciativa. Cola defensa de los intereses d’Asturies per delantre de cualesquier otra condición, el mio gobiernu ta dispuestu a liderar la consecución d’eses metes, ineludibles p’avanzar na nuestra tresformación y asegurar el porvenir.  Esa ye la idea central de los que denominé va meses Pactos de Fruela, que yá tienen dos concreciones: la concertación y los presupuestos, les dos frutu d’un diálogu ampliu y sinceru, la meyor vacuna contra’l virus de la crispadura. Encaremos esos retos xuníos y ensin mieu a los cambeos. Toos tenemos de ser aliaos a la hora de trabayar pol bien d’Asturies.

Precisamente nel dos mil ventiún fáense cuarenta años de l’aprobación del nuestru Estatutu d’autonomía. Rafael Fernández, primero, y Pedro de Silva, depués, encargáronse d’empobinar un tránsitu históricu que más tarde siguieron los presidentes del Principáu, que los sos retratos acompáñenme agora. 

Tampouco entoncias eran tempos fáciles, pro el empuxe y a ilusión puideron cos frenos del medo y a rocea. Nel dous mil ventiún temos que tar decididos a asumir outros empeños: superar a pandemia, empezar a reactivación, tresformar Asturias con úa industria verde, dixital y sostible. Y hoi como ayer temos que saber qu’a nosa cultura y as nosas llinguas son tamén un patrimonio al que nun se pode renunciar, que tar arguyosos de nosoutros mesmos nun nos ata al pasao, senón que nos impulsa a ganar el futuro.

Rafael Fernández, el primer presidente del Principado, pasó un largo tiempo de su vida exiliado en México. Fue, a su modo, un emigrante. Todos los asturianos y asturianas que están fuera merecen también un lugar muy especial en este mensaje. A ellos, que llevan Asturias consigo por dónde quiera que van, que nunca la pierden de vista por lejos que estén y que han sido tantas veces ejemplo de iniciativa y compromiso, les prometo que seguiremos trabajando para mejorar su querida tierra. Por ellos también debemos vencer la epidemia y atrevernos a recorrer nuevos horizontes.

Para ellos, para todas las asturianas y asturianos, muy feliz año nuevo. Un año nuevo que nos haga dejar atrás y para siempre este histórico y terrible 2020.

De corazón, ¡feliz y esperanzador 2021!

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