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Amelia Fernández, la última Niña de la Guerra en México se despide de su Ribadesella natal

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Se llama Amelia Fernández Pendás, tiene 89 años de edad y lleva toda la vida, desde los tres, residiendo en Veracruz (México). Es la última Niña de la Guerra nacida en Ribadesella que reside en el país azteca. Hija de Pedro y Hermesinda y sobrina de Gregorio Fernández González, el último alcalde de Ribadesella en la República, Amelia añora su tierra natal. Por ese motivo, a pesar de que sus habilidades locomotrices se han visto reducidas desde la pandemia -se mueve en silla de ruedas- ha querido visitar por última vez la villa en la que nació para despedirse de su “tierruca” y de su familia riosellana, los González. 

Amelia nació en la Plaza Reina María Cristina, en el centro de la villa, el 17 de agosto de 1936 y después de pasar por Barcelona y Francia, el 24 de mayo de 1939 se embarcó rumbo al país azteca en una travesía que comenzó en San Juan de Luz (Francia). Llegaron a Veracruz el 13 de junio de 1939 en un barco plagado de refugiados españoles que huían de la guerra y de posibles represalias franquistas. 

Emigraron seis miembros de la familia: Goyo, su mujer, nuestra protagonista Amelia con tres años de edad, su madre y sus dos abuelas. Pedro, el padre de Amelia se quedó en Ribadesella y poco después fue fusilado en Llanes. Al quedarse huérfana de padre, Goyo la adoptó y crió como hija. “A mí me criaron muy bien, fui una niña muy consentida porque como ya no tenía papá fui una hija para él”, explicó. Goyo y Pedro no solo eran hermanos sino que, además, se habían casado con dos hermanas por lo que la parentela de ambas familias era aún más fuerte. 

Una vez en México, todos fueron acogidos por el empresario español Juan Venta que dio trabajo a su tío Goyo. Su tía se colocó de cocinera y su madre en un servicio de limpieza. Con el tiempo, unos grandes empresarios del pan incorporaron a Goyo en sus negocios y como el exalcalde de Ribadesella se había dedicado a la industria pesquera y del salazón en su villa natal, pronto logró hacerse con las riendas y crear su propio negocio, la Panadería Colón. 

Amelia creció rodeada de cariño y con solo 20 años de edad, siendo “una chavalina”, se casó con Jorge Acosta Cámara, al que conoció en un parque, como en las telenovelas de época. “Me dió una flor, porque así era el tema y al mes se quería casar, aunque mi tío Goyo le propuso esperar un poco”, añadió. Lo hicieron diez meses después y estuvieron casados 57 años. Fruto de aquel matrimonio nacieron cinco hijas “muy buenas” (Amelia, Marta, María Isabel, Rocío y Mari Cruz) que le dieron diez nietos y siete bisnietos.

Su marido era “jarocho”, natural de Veracruz e ingeniero geógrafo. “Estuvo embarcado un año y quiso casarse con una italiana, pero sus padres no le dejaron. Después me conoció a mí y ahí empezó todo”, añadió. Tras el matrimonio, su tío Goyo incorporó a Jorge a la panadería y todos juntos trabajaron en el negocio. “Yo lo hice hasta los 83 años”, aseguró. Su marido falleció hace doce. De aquella panadería Colón surgieron otros negocios del ramo que regentan sus hijas con nombres diferentes, panaderías París y Santa Rita. Resulta paradójico que una familia que abandonó España sin un chusco de pan al que echar mano se haya dedicado precisamente a su elaboración. 

Esta es parte de la historia de Amelia Fernández Pendás, la última Niña de la Guerra nacida en Ribadesella que queda en Veracruz. Una vida ligada a la del último alcalde riosellano en la República, Gregorio Fernández González, nacido en Redipuertas (León) en 1892 y fallecido en Veracruz (México) en 1975 a los 83 años de edad. 

Este mes de abril de 2025 ha querido despedirse de su tierra natal. Nunca más volverá. Aunque se sienta mexicana su “tierruca” siempre será es esta. “Adoro a Ribadesella, me llama y por eso les dije a mis hijas que mi último deseo era despedirme de ella y de toda la familia, porque aunque estemos lejos siempre me acuerdo de ellos porque soy muy querendona”, afirmó. Hasta el último día de su vida, Amelia seguirá enamorada del paisaje riosellano, “de la comidina y los culinos de sidra que me caen de maravilla”. Por eso siempre recomienda a sus amistades visitar esta villa. Es la mejor embajadora de Ribadesella en Veracruz. Que lo sea por muchos años.

Gregorio Fernández González, ‘Goyo’, el último alcalde de Ribadesella en la República el día que llegó a Veracruz (México)

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