Con la llegada del verano y el regreso del ocio nocturno vuelve el gamberrismo estival a la villa de Ribadesella. Lo mas reseñable del último fin de semana ocurría en la madrugada del sábado en el muelle pesquero. Un grupo de “sinvergüenzas anónimos”, animados por el alcohol, decidieron entretenerse levantando los amarres de dos embarcaciones pesqueras para dejarlas a merced de las corrientes del río Sella, donde se ubica la dársena pesquera. No es la primera vez que esto ocurre, pero este tipo de ‘excesos’ se habían calmado desde que en 2016 se instalaron cámaras de vigilancia en la torre de la cofradía.
Según explicó Emilio Peñil, uno de los armadores afectados por esta última gamberrada, los hechos ocurrieron antes de las tres de la madrugada del sábado. Quien dio la voz de alarma fue otro marinero, Juan Carlos Posada, que por suerte a esa hora transitaba por el muelle y se percató de la situación. Al Nuevo Mar Azul “lo soltaron de proa y como la corriente del río tira hacia abajo, había dado la vuelta y estaba dando golpes contra la esclarea situada frente a la cofradía”, explicó. Posada se encargó de amarrar de nuevo el chicote y cambiarle las defensas para evitar daños en el casco.
Al segundo barco, al Velamar de Vicente Peñil, también le soltaron el chicote de proa, “pero en ese caso se lo amarraron a la rueda de un coche que estaba estacionado en el muelle”. Por suerte, ninguna de las dos embarcaciones sufrió daños materiales. “Gracias a que la noche estaba en calma, pero si no fuera así se puede armar una muy gorda”, añadió Emilio Peñil. Los dos armadores presentaron la correspondiente denuncia ante el cuartel de la Guardia Civil.
Manuel Buenaga, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores Virgen de Guía de Ribadesella, censuró lo ocurrido y lamentó que este tipo de hechos se sigan repitiendo de forma “intermitente en los comienzos del verano”. Considera que gamberradas de este tipo “atentan contra el medio de vida de varias familias” y espera que las cámaras de seguridad del puerto hayan registrado alguna imagen que pueda aclarar a autoría de los hechos para que, “aunque sean insolventes, puedan recibir un castigo que sirva de ejemplo para que otros no lo repitan en el futuro”, añadió.
Esas cámaras se colocaron en la primavera de 2016 ante los continuos actos vandálicos registrados en el puerto pesquero. Desde rotura de puertas en el edificio de la cofradía, hasta el robo de combustible de las embarcaciones, pasando por la quema de aparejos, arrojar nansas a la ría o la suelta de los amarres de las embarcaciones. Años atrás, un desconocido arrojó lejía en las balsas de la cetárea, causando la muerte de cientos de centollos.
Esta vez ocurrió en una noche en calma y no pasó nada, “pero si coincide con un poco de río o una bajamar importante a lo mejor al día siguiente por la mañana te encuentras sin barco y eso sería muy grave”, afirmó Buenaga. “Esto no es coger unas manzanas de un árbol cuando vienes de una verbena, esto es una herramienta de trabajo de la que dependen varias familias”, añadió. Por su parte Emilio Peñil confía en que algún día se pueda acabar con unas gamberradas “que antes, hace años no pasaban”.
Desde el pasado viernes se están celebrando en Ribadesella las novenas en honor a la Virgen de Guía, patrona de la marinería local, aunque por segundo año consecutivo no habrá ni fiesta ni profesiones. Las novenas se celebran a las 19:30 horas en la iglesia parroquial y la misa de guía será el domingo a las doce del mediodía en el mismo templo.