La segunda borrasca que atraviesa el Principado en las últimas jornadas, la que lleva por nombre Mónica, está dejando muchas precipitaciones y un incesante e insoportable viento con rachas de hasta 109 km/hora. Las consecuencias se han dejado notar en diferentes ámbitos. Entre ellos, en la crecida del caudal de los ríos.
La cuenca del Sella se encuentra en nivel de seguimiento sin alcanzar nunca la prealerta, afectando fundamentalmente a dos de sus afluentes, el Piloña y el Chico. Este último lo podemos ver en la fotografía inferior a su paso bajo el puente de la carretera de Bode (PR-1). Por suerte, según los sistemas automáticos de información de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, desde las seis y media de la tarde la situación está mejorando de forma continuada.
Si la crecida del río Sella la unimos a la pleamar de la tarde y a la fuerte marejada en el Cantábrico el resultado es la enorme empalizada que esta tarde, hacia las seis, se pudo ver en el puerto de Ribadesella. Estamos hablando de restos vegetales, raigones y árboles enteros que acabarán en la playa de Santa Marina cuando todo se tranquilice. Un arenal que ya piensa en prepararse para las populares Carreras de Caballos, para las que solo falta un mes.

Río Chico a su paso por Arriondas, bajo el puente de la carretera a Bode (PR-1)
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