Hoy se cumplen 40 días de estado de alarma. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hemos completado la cuarentena. Por ese motivo, hoy nos hemos dedicado a hacer turismo, visitando a algunos de los riosellanos confinados por el mundo. Entre ellos, el profesor y pintor Pepe Zapico, confinado en una de las ciudades mas antiguas de Europa, en Málaga.
Este malagueño de adopción y riosellano de pura cepa dedica el aislamiento sanitario a dar rienda suelta a sus dos grandes pasiones, la pintura y la escritura, pero siempre pensando en su Ribadesella natal. De este modo ha decidido mimetizarse con el mas grande de los artistas nacidos en el municipio asturiano, imaginando con sus pinceles la Ribadesella que Darío de Regoyos nunca pintó. “Un ensayo artístico, una pequeña aventura que me está aportando grandes satisfacciones”, afirmó.
Consiste en dibujar estampas y postales del pasado, paisajes y construcciones de Ribadesella, “para a continuación, pedirle permiso a Darío de Regoyos para hacer uso de su paleta y su trazo». El resultado que busca, «un cuadro que represente a Ribadesella pintado -salvando las distancias- por Darío de Regoyos cuando estuvo en Ribadesella, que nunca estuvo, salvo para venir al mundo”, explicó.
Cree que es un trabajo “muy simpático y agradecido”, porque ha conseguido reunir viejas estampas de puentes riosellanos, estructuras que a Regoyos siempre le gustó pintar. Entre ellos, el puente de San Román (foto) o el Puente’l Pilar. Todos ellos son cuadros de pequeño tamaño que requerirían de una narrativa paralela para poder exponerlos al público con cierto atractivo para el público.
En paralelo, Zapico se ha embarcado en redacción de dos ensayos literarios. Uno sobre su experiencia en la docencia, donde pasó 43 años de su vida y otro sobre la Ribadesella de los Años 60, una descripción basada en sus propios recuerdos y los de sus amigos. “La narración parte de un veraneante de Tomelloso que llega por primera vez a Ribadesella, aleccionado por un riosellano desde Madrid y va describiendo como era la Ribadesella de aquella época”, añadió.
Al margen de estos buenos momentos, que le mantienen atado a su Ribadesella natal, lo que más echa de menos durante el confinamiento son dos tertulias que mantenía con sus amigos malagueños. Una diaria a la hora del desayuno y otra semanal de carácter literario. “La verdad es que me encuentro un poco cojitranco, aunque nos escribimos y llamamos muy a menudo, echo en falta ambas tertulias”, afirmó. También mantiene un contacto permanente con sus amigos riosellanos. Entre ellos Luís Plablo, Juan Sánchez Díaz-París o Pepe González.
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