La localidad de Arriondas está mas que contenta con la repercusión económica del Aquasella en el concejo, pero no tanto con los daños colaterales que genera. El ambiente ha sido “impresionante” y el comportamiento en general “aceptable”. En Parres no tienen constancia de que se hayan registrado incidencias graves en el ámbito del municipio, “quizás también por el aumento de los controles policiales, ya que este año parece han sido mayores”, apuntó el presidente de los Amigos de Parres, Tito Manzano.
Sin embargo, tanto los parragueses como el resto de pueblos ribereños del Sella están mas que preocupados ante las imágenes de masificación que se siguen viendo en torno al río. “El espectáculo es penoso”, aseguran muchos vecinos. La coincidencia de las canoas bajando el río con los asistentes al festival refrescándose en sus orillas hacía pensar que algún día habrá que establecer un límite a tanta muchedumbre. “La imagen nos es nada constructiva ni gratificante”, añadió Manzano.
Al final quien lo paga siempre es el río Sella, cuyos fondos y orillas acaban llenos de basura mientras la Confederación Hidrográfica y las autoridades ambientales del Principado de Asturias silban y miran hacia otro lado. El daño ambiental que se está causando a este río es evidente y nadie mueve un dedo para corregirlo. Luego nos preguntamos por qué no hay salmones. Pues no será por los que se pescan, ya que cada año salen menos.
La fauna fluvial se reduce porque estamos matando el río. En primer lugar, por unas depuradoras que no cumplen con la función para la que fueron concebidas. En segundo lugar, por la masificación turística que soporta cada verano con miles de canoas surcando sus aguas cada día. Y en tercer lugar, porque las administraciones competentes no hacen nada, ni ponen límites a la actividad ni obligan a mantener limpio el río.