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El riosellano pueblo de Rucales contará con una gran panera que atesora una bonita historia

Ribadesella Sociedad

Rucales de Arriba, un barrio riosellano ubicado en el núcleo rural de Sebreñu, contará en breve con una de paneras mas grandes del concejo. Sus promotores son un matrimonio hispano-francés que ha decidido postrar su jubilación en este paraje natural, cuidando ovejas y saboreando las delicias del mundo rural asturiano. El burgalés José Antonio Alonso y la francesa Carolina Foullioux llegaron a Ribadesella en 2018. En Rucales compraron una finca de cuatro hectáreas con una edificación en ruinas. La rehabilitaron y en ella ubicaron su residencia definitiva.

            En sus primeros viajes al Principado, Carolina se quedó maravillada con los hórreo y paneras asturianos. Por ese motivo, decidió incluir uno de estos elementos etnográficos en su nueva y amplia residencia. Para conseguirlo, contactó con la Asociación de Vecinos de la Zona Rural de Ribadesella y uno de sus miembros, Angel Somoano, se ofreció a prestarle una mano con la ayuda de la Asociación Amigos de los Hórreos.

            A través de este colectivo, Carolina y José Antonio contactaron con los propietarios de una panera que se regalaba en Prunales (Parres) porque no podían restaurarla y estaba en situación de colapso. Las dos partes llegaron a un acuerdo para desmontarla y trasladarla en piezas a Rucales (Ribadesella). Sin embargo, llegó la pandemia y todo se paralizó, con la ayuda de la lenta burocracia asturiana. La panera se vino abajo y las ilusiones de Carolina se esfumaron.

            Aún así, se puso manos a la obra para construir una nueva panera desde sus cimientos, completamente nueva. Una edificación de 42 metros cuadrados de superficie, compuesta por ocho pegollos en roble y paredes en castaño. Todo madera noble y madera del país que lleva cerca de doce toneladas de materia prima, además de teja árabe. Somoano les puso en contacto con una carpintería de Peñamellera Alta especializada en este tipo de trabajos, La Collada, y el proyecto ha entrado ya en su recta final.

            El matrimonio aún no sabe el uso que le van a dar, aunque hay varias opciones. Desde una habitación para invitados, hasta una biblioteca o una sala de estar o despacho donde pasar el rato. La construcción es todo un ejemplo de integración paisajística. Una de las exigencias es que debe estar vinculada a una vivienda y cumple todos los requisitos. Como complemento, un rebaño de unas treinta ovejas carranzanas debidamente registradas que mantienen la amplia finca de Rucales a raya.

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