En la protesta ganadera del pasado martes en Unquera, en la que ganaderos asturianos y cántabros lograron cortar el tráfico de vehículos en la Autovía del Cantábrico (A-8), no faltaron las cargas policiales. De hecho, algunas de las personas allí presentes y concentradas, regresaron a sus domicilios con sus cuerpos magullados y amoratados por los golpes de las porras policiales. Es el caso de Paula Floranes, una joven de 25 años de edad perteneciente a una familia ganadera de la comarca de Liébana, a la que aún le perduran las contusiones en la parte delantera de sus muslos: “Aquí siguen y seguirán una buena temporada, cambiando de color por momentos”, indicó.
El golpe de la porra policial le sigue doliendo, pero lo que más le duele es “la rabia y la impotencia” que sintió al ver que un grupo de “personas pacíficas como nosotros” fueron tratados a golpes. Y más “cuando hace unos días en Santander nos sentimos arropados por la policía, la guardia civil y los de movilidad”. Cree que el agente que la golpeó tiene su parte de culpa, “por haber abusado de su uniforme en ese momento de forma desmesurada, pero la principal responsabilidad está en la Delegación del Gobierno, porque ellos actúan bajo un mando, que es la Delegada del Gobierno de Cantabria”, destacó. De hecho, los demás agentes que estaban en Unquera “se portaron de diez con nosotros”.
Paula aseguró que contaban con los permisos oficiales para realizar la tractorada de dos a tres y cortar los accesos a la autovía, como hicieron en las glorietas de El Pindal. Posteriormente, algunos de sus compañeros de Colindres y Reinosa aseguraron que habían negociado sobre el terrero la organización de cortes intermitentes sobre la misma autovía. Así, se pusieron manos a la obra y comenzaron a subir el terraplén de acceso a la A-8. “Yo no iba entre los primeros, pero sin darme cuenta, cuando aún no había empezado a subir la cuesta, me dieron y no tuve tiempo para reaccionar”, explicó.
Paula ha pasado los 25 años de su vida entre vacas. Su padre tiene una explotación de vacas charolesas y su actual pareja, también es ganadero de vacas tudancas, la raza autóctona de Cantabria. “Es algo que he mamado desde pequeña, que lo vivo con entusiasmo y me gustaría dedicarme a ellos en el día de mañana siempre que me dejen. No hay cosa que me gustaría más”, añadió. Espera que todo lo que están haciendo ahora sirva para mejorar las cosas de cara al futuro ya que “hay muchas cosas por cambiar”.
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