
Se llama Jacqueline Byrne, es natural de California del Norte (EEUU) y desde hace un año vive en Asiegu (Cabrales) donde, a través de internet imparte clases de inglés a alumnos de la China. Algo verdaderamente sorprendente, solo posible en estos tiempos en los que las nuevas tecnologías nos han cambiado la vida tanto como la pandemia.
Ingeniera de profesión, Jacqui renunció a su trabajo y abandonó su país para viajar durante seis años. Al final decidió asentarse en España “porque me encantó su cultura, su gente y su comida”. En Asturias lleva dos años y medio.
Estuvo viviendo en Cangas de Onís hasta que en octubre de 2019 fijó su residencia en Asiegu junto a su novio Stephen Webb. Llegaron justo a tiempo como para estrecharle la mano del Rey Felipe con motivo de la entrega del Premio Pueblo Ejemplar de Asturias a la localidad de Asiegu. “Para mi fue un privilegio enorme”, dijo.
Mientras su pareja se dedica a la rehabilitación y cuidado de la casa que adquirieron en Asiegu ella imparte clases de inglés a través de internet a estudiantes chinos, “un trabajo bastante flexible y suficientemente remunerado para la vida sencilla que aquí llevamos”. En concreto, lleva cuatro años trabajando para la compañía china VIPKID y en este tiempo ha tenido alrededor de tres mil alumnos. “Normalmente tengo treinta alumnos diarios y otros que reciben clases esporádicas”, explicó.
Este trabajo puede desarrollarlo con comodidad porque en Asiegu cuentan con fibra óptica y un servicio de internet “mas rápido que el que tenía en Cangas de Onís, un servicio que funciona de maravilla”.
Su siguiente objetivo pasa por crear un aula de inglés gratuita para los vecinos de Asiegu. Esa será su contribución a esa pequeña localidad cabraliega. Quiere comenzar con clases intergeneracionales, mezclando adultos y niños, pero la pandemia sanitaria se lo está retrasando. Su idea pasa por ubicar el aula en las antiguas escuelas, aunque antes tendrá que tratar el asunto con el Ayuntamiento de Cabrales. Tampoco descarta iniciar esas clases por internet, “que es mi especialidad, aunque vivamos a escasos metros unos de otros”.
Jacqui y Stephen están encantados en Asiegu, donde han sido acogidos con los brazos abiertos. “Estoy muy agradecida, nos sentimos como en casa”, añadió.