Los vecinos de las urbanizaciones de El Cuetín, La Ordoña y San Juan, pertenecientes al casco urbano de Colunga, piden soluciones a la oleada de robos que llevan padeciendo desde hace tres meses. Desde el pasado mes de diciembre se han perpetrado nueve asaltos a un grupo de viviendas unifamiliares enmarcada en un radio de acción de 150 metros, para asombro y temor de sus residentes, porque se han dado casos en los que “estaban los propietarios dentro del domicilio”, denunció Justino Pérez, residente en La Ordoña y portavoz del Partido Popular en el Consistorio colungués.
Lo habitual es que los cacos actúen entre las siete de la tarde y diez de la noche, “con linternas y pasamontañas”. Por suerte, hasta ahora no se han registrado daños personales ni agresiones físicas, pero la vecindad tiene el temor en el cuerpo, “gran desazón e incertidumbre”. Se sienten indefensos e inseguros. La Guardia Civil ha intensificado sus controles rutinarios en la zona, pero el problema no acaba de resolverse. El último robo se perpetró el pasado viernes.
Por ese motivo, el Partido Popular ha solicitado una reunión de urgencia con la alcaldesa para que los vecinos puedan exponer sus propuestas y buscar lo solución que les devuelva la tranquilidad. Esa reunión ha quedado convocada para el próximo jueves. Los vecinos quieren que el Ayuntamiento mejore la iluminación de sus calles y si fuera posible, instale cámaras públicas de seguridad y vigilancia que ayuden a espantar y ahuyentar a los cacos. “Porque hay gente mayor que lo está pasando muy mal”, aseguró Justino Pérez.
Entre esas personas, Rosa Mari Hortal, una mujer que vive sola en la carretera de San Juan frente a la urbanización La Ordoña. De momento, esta vecina se ha librado de las incursiones de los cacos, “pero estoy muy asustada por lo que veo a mi alrededor, no sabes para donde tirar, porque tanto enfrente como al lado de mi casa están a tope”, dijo. En una de ellas, que es vivienda vacacional, “entraron dos veces en quince días”, añadió. Esta vecina cree que la Guardia Civil está muy comprometida con la vigilancia, “incluso de paisano, fuera de servicio” y ahora espera que el Ayuntamiento de implique y “nos eche una mano”.
La zona afectada, próxima a la iglesia de San Juan, está formada por viviendas unifamiliares de vieja construcción y otros mas recientes, situadas en un lugar de paseo para muchos colungueses, “una zona tranquilísima en la que nunca hubo nada”. Sin embargo, desde el mes de diciembre, “nos están avasallando y te asusta”, añadió Rosa Mari. “No es por lo que te vayan a llevar, sino lo que te estropean y esa mala sensación de saber que te entraron en casa. Yo estoy aterrada y no es tan fácil soportarlo”, añadió.
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