
Juan Montero Martín, espeleólogo madrileño afincado en Ribadesella, está de enhorabuena porque dos de sus fotografías le han permitido ganar tres premios en lo que va de año. Su “buena racha” comenzó en el mes de marzo con el segundo premio logrado en el concurso Arqueofoto 2021 promovido por el diario El Comercio, al que se presentó con una instantánea de la antigua mina romana de Mercadal, ubicada en Cardes (Cantabria).
Este galardón le llegó en un momento complicado y le animó a presentarse a otros dos concursos internacionales con una misma fotografía capturada en el interior de la cueva de Alda, ubicada en Origuero, en el concejo de Cabrales. La presentó al Memorial Luca Chiarabini que se organiza en Italia, llevándose el primer premio y a la séptima edición del CVCEPhoto de San Sebastián, donde logró una mención de honor. “La casualidad quiso que me comunicaran ambos galardones el mismo día, así que estamos ante una fotografía que me está dando mucho juego”, explicó.
Este aficionado a la espeleología que compagina su inquietud troglodita con su inclinación por capturar espectaculares imágenes de las cuevas que visita, continúa trabajando en su principal objetivo, la publicación de un libro fotográfico sobre las cuevas y minas del oriente de Asturias. “El proyecto va bien, ya tengo hechas 160 páginas, aunque luego llegará el editor con la tijera y recortará, pero aún me quedan los concejos mas complejos del oriente como Ponga, Amieva, Onís, pero poco a poco se van haciendo cosas”, aseguró.
El trabajo es “laborioso y duro”, pero confía en tenerlo acabado dentro de seis meses, aproximadamente. En él incluirá 25 cuevas y cinco minas de la comarca. Del concejo de Ribadesella, donde ha ubicado su estudio y cuartel general, pretende reflejar el interior de La Cuevona de Cueves, “por tratarse de un punto de interés geológico muy visitado”, además de las cavidades de Pandu y El Tinganón. “A esta última aún no he subido, esperaré a que baje un poco el caudal de agua”, explicó.
También pidió permiso a Patrimonio Cultural para acceder a la cueva de Tito Bustillo y a La Cuevona de Ardines, pero no lo consiguió. A su vez, se dirigió a los catorce ayuntamientos de la comarca, buscando su colaboración, pero solo encontró interés en el de Cabrales, “a cuyo alcalde, José, le agradezco mucho su apoyo”.
Aún así, este fotógrafo cavernícola se aventura cada semana por las montañas del oriente de Asturias, con su mochila de veinte kilos a la espalda en la que lleva todo el material fotográfico, en busca de cuevas que, muchas veces, le cuesta encontrar. Una vez en su interior realiza todo el montaje, “porque cada imagen lleva largas exposiciones y una cantidad ingente de trabajo, colocando flaxes y de aproximación, hasta que consigues el resultado deseado”.
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