El Ayuntamiento de Ribadesella ya le ha puesto fecha y hora a la inauguración del primer monumento instalado en el barrio de La Cuesta, un Ícaro diseñado por el escultor Manuel Díaz Migoyo. El acto inaugural, al que han sido invitadas el medio centenar de familias que residen en el barrio, se celebrará el martes 21 de agosto a las doce del mediodía e incluirá el descubrimiento de una placa en honor al autor y mecenas de la obra.
Manuel Díaz Migoyo es un ingeniero industrial asturiano que dedicó su vida profesional a las centrales eléctricas y a las energías renovables, pero sin olvidar nunca su verdadera pasión por el arte y en especial por la escultura. Hijo de madre colunguesa y padre mierense, tras la jubilación Díaz Migoyo fijó su residencia en Robledo de Anayo (Piloña), donde creó su taller de escultura. Allí modeló el Ícaro que ahora ha donado al pueblo de Ribadesella.
El modelo original, hecho en Piloña a base de resinas, tiene alrededor de veinte centímetros de altura, pero la escultura final que ya se exhibe en la rotonda que da acceso al barrio de La Cuesta y al cementerio parroquial de Ribadesella, fue reproducida en un tamaño superior a los dos metros por el taller avilesino Auriga, especializado en la escultura y la fundición artística. “Su interior es de porexpan, recubierta con una capa de escayola y varias capas de resina de poliéster, la última mezclada con polvo de cobre”, explicó el autor.
Díaz Migoyo también participó en la elección del lugar donde ha quedado enclavada y cree que “está en su sitio porque es aquí donde ha adquirido todo su carácter”. A su entender, es una figura “bonachona y acogedora”. En un principio la llamó Ícaro, “porque se trata de una figura que tendía como a volar”. Sin embargo, cuando la vio instalada frente al cementerio riosellano le hubiera cambiado el nombre. “La habría llamado Anubis, dios egipcio protector de los muertos”, añadió.
Su donación al pueblo de Ribadesella no tiene una explicación concreta, aunque para Migoyo se trata de una villa “muy entrañable” de la que guarda recuerdos de juventud, de principios de los años 60. “Siempre recordaré aquellos veranos en Colunga con sus correspondientes escapadas a Ribadesella en bicicleta junto a mis amigos. Esta es una villa de la que me gusta todo y de la que guardo gratas vivencias”, añadió.
Entre los vecinos de La Cuesta hay opiniones para todos los gustos. En su mayor parte están encantados con la donación, aunque también los hay indiferentes. No obstante, los residentes en este barrio quieren aprovechar la jornada inaugural del martes para preguntar por el proyecto previsto para mejorar la accesibilidad de La Cuesta, presupuestado en torno a los 200.000 euros según el concurso de ideas convocado para la ocasión. Los vecinos invitarán a las autoridades locales a que visiten la parte trasera de los edificios “cubierta por matorrales de dos metros de altura”, aseguran.
La Cuesta es un barrio de interés social en el que residen cerca de medio centenar de familias. Fue construido en 1958 sobre una abrupta topografía que eleva a cotas del 20% la pendiente del vial de acceso. Un problema de accesibilidad exterior que se une al existente en el interior de los bloques de viviendas, edificios de cuatro plantas que carecen de ascensor. Las alas del Ícaro podrían ayudarles a salvar tanta barrera arquitectónica.