
La Universidad de Oviedo ha mostrado su interés por el trabajo de investigación que están llevando a cabo los vecinos de Santianes del Agua y Lloviu en torno a la figura de la escritora Enriqueta González Rubín. Los vecinos de Santianes están siguiendo su rastro en la villa de Ribadesella, en las casinas del barrio de La Atalaya y los de Lloviu, en un abandonado desván de la localidad en el que no descartan encontrar documentos sobre Enriqueta.
Ante las evidencias, el profesor de Literatura y Filología Asturiana de la Facultad de Magisterio, Darío de Dios Sanz, ha contactado con Iván Grande, vicepresidente de la Asociación El Tinganón Bajo de Lloviu, para ofrecer toda su colaboración en las indagaciones que están llevando a cabo. Así que, cuando dispongan de la autorización de acceso al desván que quieren escudriñar, “me acercaré a Lloviu para servir de apoyo en el análisis de los documentos que puedan aflorar, si es que aparece alguno”, afirmó. Entre otras cosas confía en que pueda encontrarse alguna fotografía, “porque aún no conocemos cómo era su imagen”.
De Dios reconoció que, siglo y medio después de su muerte, son muy pocos los documentos existentes sobre la escritora de Santianes. “Incluso se ha perdido la pista de sus descendientes”, añadió. Además, como la mayor parte de sus publicaciones se realizaron en la prensa de la época, “todo se perdió en el incendio que afectó al archivo de la Universidad donde se guardaba la prensa del siglo XIX”, aclaró.
No obstante, el profesor aportó algunos datos sobre Josefa Rita Enriqueta González Rubín, nombre con el que fue bautizada tras su nacimiento el 17 de abril de 1832 en la localidad de Santianes del Agua, concejo de Ribadesella. Lo hizo en el seno de una “familia acomodada, aunque con el paso de los años fue perdiendo poder adquisitivo y llegó a pasar apuros económicos”. Falleció el 9 de noviembre de 1877 en la localidad de Infiesto.
A la edad de 22 años se convirtió en madre soltera, aunque el bebé muere a los dos meses. Cinco años después, en 1859 contrae matrimonio con Juan Echevarría y juntos se marchan a vivir a Lloviu. En 1861 regresan a la casa familiar de Santianes y en 1865 se instalan en el barrio de La Atalaya de Ribadesella, donde permanecen hasta 1874, año en el que la familia fija su residencia en Infiestu donde fallece de un cáncer, dejando ocho hijos e hijas. Su marido muere cinco años después, haciéndose cargo de la prole la hija de mayor edad, que se traslada a El Cobayu de Ribadesella. “Aquí se diluye toda la información de la descendencia”, añade De Dios.
Como escritora, Enriqueta lo hizo tanto en castellano como en asturiano y “con igual soltura en las dos lenguas”. El profesor destacó la “calidad” de sus textos, pero también la “innovación” que supuso su obra. Hizo crítica política “muy dura y con mucha sorna”, defendió los derechos de la mujer, “censurando los malos tratos dentro del matrimonio, criticando los matrimonios concertados o que todos los hombres ocupasen todos los oficios”, añadió. Fue una gran feminista de su época.
Para colmo la primera novela que se conserva de la literatura asturiana fue escrita por ella en el año 1875 (Viaxe del tiu Pacho el Sordo a Ovieu). Aunque, según Fermín Canella, once años antes, en 1864 ya había escrito otra novela por entregas en el periódico El Faro Asturiano, donde solía dar a conocer sus textos. “Así que es posible que haya escrito no solo la primera sino también la segunda novela de la literatura asturiana”, añadió Darío de Dios Sanz. Por todas y cada una de estas razones, el profesor confía en que los vecinos de Lloviu y Santianes “nos den alguna sorpresa y encontremos algo nuevo de Enriqueta”.
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