El municipio de Siero sumó ayer su segundo triunfo consecutivo en el concurso de sidra casero de Ribadesella, el que se celebra desde el año 2015 en el marco de la Folixa de la Sidre. Es más, sus responsables prometen volver el año que viene “porque da gusto venir a esta villa, es un festival espectacular porque quienes lo organizan son encantadores, es muy buena gente”, afirmó David Menéndez, presidente del Club Sierense Amigos de la Manzana y autor, junto a su hermano Pepe, del palo ganador en esta edición. En 2022 había ganado otro socio del club, Benigno Quiriello.
La sidra ganadora en 2023 fue elaborada con dos únicas variedades de manzana, Durona de Tresali y Regona, “buena manzana, mucha limpieza y lo que vamos aprendiendo año tras año”, explicó. Fue mayada en el llagar hidráulico de la familia con el cariño que requiere un proceso natural de estas características. “Esto es lo único que nos queda, si muere la sidra casera muere todo, aunque por suerte está en auge total, tiene gran futuro”, añadió.
El club que preside ya tiene 27 años de vida, casi tres décadas fomentando la cultura sidrera con cursos y talleres de elaboración a cuanta gente se lo demanda. Pero también producen sidra dulce, sidra de hielo, vermut de sidra de hielo, aguardientes o espumosos.
De momento, los elaboradores de Ribadesella no llegan a tanto, pero dos de ellos demostraron en esta última Folixa que están a la altura al lograr el tercero y cuarto puesto. El primero de ellos, Eusebio González Montes, Sebi el de Meluerda, agradeció la distinción como mejor sidra del concejo y ya está pensando en cómo acudir al Campeonato de Asturias en Villaviciosa el próximo 22 de octubre, “aunque no tenía muchas ganas”.
Sebi elogió a los sidreros de Siero por tantos años de buen trabajo y en su llagar aspira a seguir mejorando la producción. De hecho, ha plantado pomares de manzana con DOP, así que en la próxima cosecha espera corchar su primera sidra con ese marchamo de calidad, fruto de los cien manzanos que ha plantado en Meluerda. Está esperando que llegue el frío para empezar mayar. La meteorología les está obligando a adelantar algunos de los procesos. “Siempre corcho entre mayo y junio, pero en los últimos años lo estoy haciendo en abril”, añadió. Suele embotellar alrededor de 1.200 litros.
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