La Fiesta de les Piragües tiene un futuro prometedor porque las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, demostrando que tienen ganas de folixa y de mantener vivo el espíritu sellero heredado de aquellos veteranos que, como Maruja Valdés, aún siguen disfrutando de la gran fiesta de Asturias.
Quienes van camino de los treinta disfrutan de la fiesta de principio a fin. No se pierden ninguna de las verbenas previas al viernes, enlazando esta penúltima noche con el sábado de desfile por Arriondas y vuelta rápida a Ribadesella para ver la meta, si llegan. Tras los premios, sesión vermú y una buena comida en cualquiera de los restaurantes de la villa que ya no cierran como ocurría entre los 80 y 90.
Quienes vienen detrás, rondando la quincena, se conforman con llenarse de chapas y cuantas baratijas encuentran entre los muchos vendedores ambulantes que visitan esta fiesta. Eso sí, toman buena nota de todo lo que ven y acontece a su alrededor para seguir sus pasos o modificarlos según su conveniencia incorporando gestos y novedades. Son las nuevas generaciones de piragüeros, las que deben velar porque esta fiesta mantenga su solera, la que se está recuperando en los últimos años.
En Arriondas desfilaron este año miles de personas. Entre ellos, mas de un millar de Selleros con sus chalecos de color azul. Los Botijos de Cangas de Onís lo hicieron con su chaleco verde. Los de Piloña, Tritones incluidos, con el amarillo. Y los piragüeros y entaínos de Ribadesella lo hicieron condisparidad de opiniones. Aquí seguimos sin ponernos de acuerdo sobre el color del chaleco. El rojo es el oficial, aunque cada vez se ven mas con la bandera de Asturias, renunciando al color establecido.