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Llanes conmemora con una misa el 75 Aniversario de la llegada de la Virgen de Guadalupe a su Basílica

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Este viernes 4 de julio se conmemora el 75 Aniversario de la Coronación de la Virgen de Guadalupe en la Basílica de Llanes, una ofrenda de los llaniscos emigrados a las gentes de su municipio natal. La celebración será sencilla. Consistirá en una misa acompañada de Mariachis que comenzará a las 19:30 horas. 

Detrás de esta efeméride están muchas personas, muchos colaboradores y de forma especial, tres amigos de la infancia: José Antonio Anca y dos mujeres que comparten nombre y apellido, los de Pilar Amieva. En concreto, la astur-mexicana Pilar Amieva, riosellana de adopción y devoción, hija de Toribio Amieva Tielve, uno de los integrantes de la Unión Llanisca en México que en el año 1950 promovió la campaña de captación de donativos para completar la donación de una pintura de la Virgen Guadalupana al pueblo de Llanes. “Es una pintura en un marco de plata y coronada que ha sido venerada por todos los llaniscos y cuantos visitan la Basílica en todos estos años”, destacó en la COPE Pilar Amieva. 

Según nos contó, la coronación como tal se hizo en Madrid por el Arzobispo de México, Monseñor Luis Martínez. “De Madrid la trasladaron a Covadonga y después fue llevada en peregrinación a Llanes, pasando por todos los pueblos del concejo hasta entrar en la villa por la Avenida de la Paz”. Aquel fue un día glorioso. La Guadalupana fue recibida por una multitud, con floridos arcos y bailes regionales. Una gran recepción que sirvió para unir a los tres Bandos de la villa: La Guía con la Danza de Arcos, San Roque con la Danza de Peregrinos y La Magdalena con sus Aldeanas. 

La misa conmemorativa servirá para rememorar aquella jornada en la que una avioneta sobrevoló el cielo de Llanes arrojando pétalos de rosas sobre la Virgen y para recordar a todos los emigrantes que lo hicieron posible. Entre ellos, Toribio Amieva fue un emigrante de Llanes, nacido en el concejo de Onís, que en 1919 se embarcó en el vapor Reina Cristina y partió desde Santander rumbo a Cuba, donde estuvo tres años. Posteriormente se trasladó a México y en el país azteca fundó la cantina Montezuma. En 1929, con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, se encuentra con su prima Teresa Suárez Tielve y seis meses después se casa con ella. Juntos se marchan para México y crean una gran familia con ocho hijos. 

La familia Amieva, al igual que otras muchas familias asturianas emigradas, regresó a España en 1950 “pero no para quedarse, sino para compartir las dos orillas, para seguir teniendo las experiencias de las dos culturas, el amor por su patria y sus raíces y el amor por el país que los acogió”, explicó Pilar Amieva, que sigue pasando temporadas en Cuernavaca donde vive el único hermano que le queda.  

Abajo, el segundo por la izquierda, Toribio Amieva, padre de Pilar Amieva



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