El blanco está de moda. Según muchos diseñadores, este color ofrece una versatilidad y elegancia que pocos otros colores pueden igualar tanto en interiores como exteriores. Es un color que puede transformar cualquier tipo de espacio.
Así, en la arquitectura exterior, el blanco puede unificar diferentes elementos de una fachada, desde ventanas y puertas hasta revestimientos y detalles decorativos, creando una apariencia limpia y cohesiva. Además, es un color que se adapta a cualquier época.
Es el caso de la Torre de La Atalaya, construida en el siglo XIX, sobre los restos de una antigua torre defensiva medieval. Esta torre romántica neomedieval de planta cuadrada, realizada en mampostería y rematada por almenas, ha sustituido la hiedra que cubría sus fachadas por un blanco puro.
Por su parte, la torre de la Rula se ha pasado al blanco sobre blanco, tomando como referencia el proyecto original, correspondiente a los años treinta del siglo XX. Este edificio, aún en proceso de rehabilitación, constituye un valioso ejemplo de la arquitectura moderna en Asturias.
El blanco cubrirá toda su fachada salvo los ojos de buey de la cancha de subasta que se resaltarán en azul oscuro. Pero el blanco también predominará en su interior, sobre todo en los pontones y cubierta interior de la cofradía, proporcionando una sensación de amplitud y luminosidad a todo el espacio.
Ahora solo queda esperar que esta esperada y necesaria rehabilitación cumpla con las expectativas iniciales, las de atajar los problemas de humedad detectados en el inmueble, especialmente en la cubierta.

Vista exterior con el color blanco sobre blanco

Cubierta interior
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